Peter Diamandis ha vuelto. El famoso médico e ingeniero especializado en longevidad ha viralizado un consejo dietético simple: “si te gustan las naranjas, cómetelas enteras y no en zumo”. Y, para sorpresa de muchos, es una recomendación con base científica.
Más allá del titular, el campo de la longevidad está ganando una seriedad inusitada. Desde que se confirmó que se ha convertido en una prioridad para ciertas élites, es inevitable observar con mayor atención a esta comunidad de investigadores y emprendedores.
Sin embargo, gran parte de los consejos sobre cómo vivir más años suelen ser una mezcla de selección interesada de datos, sensacionalismo y sentido común. En un contexto social cada vez más obsesionado con prolongar la vida, el ‘mercado’ de estas ideas crece exponencialmente, para bien y para mal.
El caso de Diamandis es ilustrativo. Según explicaciones recogidas en medios como El Confidencial, este gurú de la longevidad promueve una extensa lista de principios dietéticos: desde eliminar los lácteos por su potencial inflamatorio hasta evitar la carne roja, basando su alimentación casi exclusivamente en vegetales y alimentos integrales.
Como se ha visto con otras recomendaciones bienintencionadas, estas ideas tienen cierto fundamento. No obstante, todo principio simplificador tiene dos caras: aclara una parte de la realidad y facilita su gestión, pero a menudo oscurece otros aspectos igualmente importantes.
Centrémonos en los zumos. El consejo recientemente viralizado es claro: el debate no es “fruta sí o no” –su consumo es incuestionable–, sino cómo consumirla. En forma de zumo es, posiblemente, la peor opción.
Al exprimir la fruta, no solo se reduce drásticamente su contenido en fibra, sino que se transforma su naturaleza: se pierde saciedad y se acelera la absorción de los azúcares. Cuando se alaban las virtudes de la fruta, se hace referencia precisamente a la fibra y a sus beneficios metabólicos.
La evidencia es tan sólida que organismos como la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) insisten en que el zumo no sustituye a la pieza de fruta entera. Aunque para muchos sea una obviedad, nunca está de más recordarlo, especialmente cuando el consumo de fruta fresca ha caído un 14% en la última década.
Es un buen consejo nutricional, pero ¿lo es también para la longevidad? En este punto, la evidencia científica es menos concluyente. Además, no basta con desaconsejar una práctica; es necesario ofrecer alternativas viables y atractivas.
El agua es, sin duda, la opción más saludable para hidratarse. Sin embargo, no siempre puede reemplazar el componente social o hedónico que tienen los zumos en nuestra cultura.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**