Ante la falta de acero, los barcos de la Segunda Guerra Mundial empezaron a construirse con un material inusual: hormigón

Título: Ante la falta de acero, los barcos de la Segunda Guerra Mundial empezaron a construirse con un material inusual: hormigón

Contenido:
Alejandro Alcolea
Alejandro Alcolea
Históricamente, la madera ha dominado el sector de la construcción naval; sin embargo, el acero se ha convertido en un componente fundamental desde los siglos XIX y XX, desempeñando un papel crucial en la edificación de buques modernos. Durante aproximadamente 150 años, un material menos convencional, el hormigón, comenzó a adquirir relevancia en esta industria. Esta elección no fue fortuita, sino una reacción a la necesidad de adaptarse a circunstancias adversas, ya que los barcos construidos con este material fueron utilizados tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda Guerra Mundial.

La historia de esta alternativa innovadora se origina con un inventor francés. En 1848, el ingeniero Joseph-Louis Lambot diseñó un bote de hormigón armado. En ese momento, el concepto de hormigón armado, que combina hormigón con acero para mejorar la resistencia estructural, no era ampliamente conocido. Aunque Lambot es reconocido como un pionero en esta técnica, persiste una controversia sobre la primera patente. En 1855, construyó una pequeña embarcación de menos de cuatro metros para la Exposición Universal de París, aunque su innovación no logró captar el interés de los constructores navales, limitándose a la edificación de algunas barcazas en canales europeos.

A finales del siglo XIX, la construcción de barcos de hormigón comenzó a ganar relevancia, destacándose el diseño del Liguria en 1896 por el ingeniero italiano Carlo Gabellini, quien creó el primer barco de hormigón armado destinado a navegar en alta mar. Este material ofrecía ventajas significativas, como su alta resistencia a la corrosión, lo que reducía los costos de mantenimiento y aumentaba la durabilidad de los buques. Además, el hormigón proporcionaba un eficiente aislamiento térmico, facilitando el transporte de recursos perecederos y eliminando el riesgo de incendios.

Sin embargo, la situación cambió drásticamente con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. La militarización de las potencias involucradas provocó una escasez de acero, lo que llevó a muchos países a explorar alternativas, incluida la construcción de barcos de hormigón. La necesidad de mantener la superioridad naval durante el conflicto impulsó la creación de embarcaciones con este material, a pesar de los desafíos que ello conllevaba.

La revolución en la construcción naval de hormigón se materializó en 1917 con el Namsenfjord, un barco noruego que demostró la viabilidad de fabricar embarcaciones de hormigón autopropulsadas. Con 26 metros de eslora y un peso de 400 toneladas, este buque abrió la puerta a un programa de construcción en Estados Unidos conocido como Emergency Fleet Corporation. Aunque este programa no alcanzó el éxito previsto, algunas embarcaciones fueron completadas, como el SS Faith y el SS Selma, aunque ya fuera del contexto bélico. El SS Faith, lanzado en 1919, fue utilizado para el transporte en Estados Unidos, mientras que el SS Selma, que se lanzó el mismo día de la firma del Tratado de Versalles, se destinó como petrolero en el Golfo de México.

A pesar de sus ventajas, los barcos de hormigón presentaban desventajas significativas. Para igualar la resistencia de un casco de acero, el de hormigón debía ser más grueso, lo que complicaba su construcción y limitaba su

Editado con FGJ CONTENT REWRITER

Derechos Reservados FGJ MULTIMEDIOS 2024