Javier Lacort
Javier Lacort
En 2007, Steve Jobs anunció que iba a presentar “tres dispositivos revolucionarios”:
Luego reveló que no eran tres productos separados, sino uno solo: el iPhone.
China está haciendo algo parecido con su revolución industrial.
Por qué es importante. Mientras Europa y Estados Unidos tratan 5G, IA y energías renovables como sectores independientes que compiten por recursos y atención, China los ha fusionado en una tecnología de propósito general capaz de impulsar la productividad en todas las industrias a la vez.
El contexto. La estrategia “Made in China 2025” se centró en diez sectores prioritarios específicos: desde nuevos materiales hasta equipos de transporte.
Diez años después, China es líder mundial en varios campos (trenes de alta velocidad, infraestructura energética…), pero sigue dependiendo de tecnología extranjera en áreas más sofisticadas como aeroespacial o dispositivos médicos de alto rendimiento.
En cifras. China ha reducido a la mitad su dependencia de importaciones tecnológicas estadounidenses y europeas: de 351 categorías de productos en 2000 a 177 en 2022. En paralelo, Estados Unidos y la Unión Europea dependen ahora de China para 953 categorías de productos, tres veces más que al inicio del siglo.
Qué ha ocurrido. El enfoque evolucionó hacia lo que Xi Jinping llama “nuevas fuerzas productivas”, concepto que puso en el centro de las decisiones desde 2023.
Un círculo virtuoso.
Sí, pero. Esta apuesta dirigida por el Estado es cara y arriesgada. Puede volver menos eficiente la asignación de recursos y tiene efectos secundarios evidentes. Aunque las reformas económicas han mejorado el nivel de vida de las clases medias, el modelo centrado en industria y tecnología ha dañado el ánimo del consumidor y su disposición al gasto.
La amenaza. China no quiere reequilibrar su economía hacia el consumo y acepta consecuencias negativas –nacionales e internacionales– mientras persigue sus objetivos manufactureros. Esto incluye conflictos socioeconómicos internos, superávits comerciales al alza y competencia geopolítica por la tecnología.
Tendrá que abordar estos efectos en algún momento, pero de momento su fórmula funciona: integrar tecnologías que otros tratan por separado para crear una ventaja competitiva sistémica.
En Xataka | China monopoliza las tierras raras. Le ha salido un enemigo dentro de casa: los contrabandistas
Imagen destacada | Josh Withers, Zbynek Burival y Solen Feyissa en Unsplash
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