Dacia Bigster, primeras impresiones: frente a los coches chinos de mil pantallas, la solvencia de un buen motor híbrido

Alberto de la Torre
Dicen que de una crisis surge una oportunidad. Más allá de los mensajes optimistas que firmaría el equipo de marketing de Mr. Wonderful, es cierto que a todos nos viene bien pararnos un momento y saber qué estamos haciendo con nuestra vida y qué rumbo queremos tomar en el futuro.
Dacia está en ese punto. Amenazada en la gama baja por coches de mil pantallas, materiales de gamas superiores y una percepción de calidad por encima de lo esperado, la compañía lleva un tiempo tratando de reposicionar su producto. Este Dacia Bigster es, probablemente, su propuesta más ambiciosa de los últimos años.
Aquí lo hemos probado en formato híbrido.

Dacia bigster hybrid 155
TIPO DE CARROCERÍA.
C-SUV de cinco plazas.
MEDIDAS Y PESO.
4,57 metros de largo, 1,81 metros de ancho y 1,71 metros de alto.
2,70 metros de distancia entre ejes.
1.549 kg de peso.
MALETERO.
667 litros.
POTENCIA MÁXIMA.
155 CV.
CONSUMO WLTP.
4,6-4,7 l /100km
DISTINTIVO AMBIENTAL.
ECO
AYUDAS A LA CONDUCCIÓN (ADAS).
Frenado automático de emergencia, información inteligente de límites de velocidad, asistencia en el aparcamiento, vigilancia de fatiga en el conductor, ayuda al aparcamiento y alerta de salida del carril y mantenimiento en el mismo.
OTROS.
Software propio compatible con Android Auto y Apple CarPlay, mediante Bluetooh. Dos puertos USB C para las plazas delanteras y traseras. Carga inalámbrica para el teléfono móvil.
HÍBRIDO ELÉCTRICO.
Sí. Con motor de combustión de cuatro cilindros y 107 CV que se combina con un motor eléctrico de 49 CV.
HÍBRIDO enchufable.
No.
eléctrico
No
precio y lanzamiento
Ya disponible.
Desde 29.290 euros.
Bien por las regulaciones de la Union Europa o bien por la llegada de fabricantes chinos que están poniendo en el mercado coches a precios muy asequibles, Dacia lleva tiempo lanzando el mensaje de que no pueden mantenerse en el nicho de mercado en el que hasta ahora vivían.
Sus coches no son ahora lo más baratos. Y, aseguran, no pueden serlo. Para convencer sólo queda pasar de ser los líderes por precio a ser los líderes en la relación calidad/precio. Es decir, intentar dar más que nadie por el mínimo precio posible. El gran problema es que los fabricantes chinos parecen haber entendido que ese también deber ser su mensaje.
Quien acuda a un concesionario de Omoda o Jaecoo se encontrará con SUV de tamaño medio con unos interiores que sorprenden por sus acolchados, por sus pantallas enormes y unos ajustes que, de primeras, dan buena impresión. En líneas generales, la calidad percibida es muy buena para el precio que tienen.
Nada de esto encontrarás en un coche de Dacia. Pero sí encontrarás muchas otras cosas que son más importantes que mil pantallas. Una mejor dinámica y, sobre todo, un motor (en este caso híbrido) que rinde especialmente bien y que nos predispone a pensar que podemos ahorrar mucho dinero a largo plazo.
Porque, efectivamente, cuando te sientas en el Dacia Bigster compruebas que no tienes los pequeños lujos que sí están ofreciendo los fabricantes chinos. La consola central, el salpicadero, las puertas… todo está recubierto con plásticos duros que, eso sí, están bien ajustados.
La propuesta es clara. Dacia intenta ofrecer materiales más baratos pero que deberían aguantar bien el paso del tiempo. Y es que, en ocasiones, más vale un plástico duro resistente que materiales de mejor calidad aparente que pueden sufrir peor el paso del tiempo. Eso sí, si hablamos de las marcas chinas no podemos avanzar esto ni para bien ni para mal porque, sencillamente, no llevan tanto tiempo entre nosotros. Aquí, el tiempo decantará la balanza.
Para mejorar esa percepción de calidad, Dacia sí sube el nivel con un volante que se siente firme y ligeramente acolchado. Además, huye de cualquier juego que le pueda dar problemas y opta por botones físicos que, sencillamente, me parecen una decisión más acertada que cualquier tipo de panel táctil, lleve éste o no respuesta háptica.
El juego de dos pantallas es cumplidor. El cuadro de instrumentos se lee muy bien y ofrecer tres espacios configurables. La información está bien repartida, se lee al primer golpe de vista y hay numerosos datos intercambiables en el extremo derecho para tener todo bajo control.
La pantalla central es de 10,1 pulgadas. Un tamaño correcto. No es grande pero tampoco se queda pequeña para navegar por los menús. La disposición es la que veríamos en un Renault, construida sobre Android Automotive por lo que es rápido y fácil encontrar cualquier opción buscada.
El navegado bebe, por lo tanto, de Google Maps. Un navegador que tarda en refrescar la información más de lo que debiera. En ocasiones puede hacernos dudar y de si estamos tomando la salida correcta de la rotonda si vamos un poco despistados. Me parece curioso, sin embargo, porque la navegación entre los menús del sistema de infoentretenimiento es ágil y no nos ha dado ningún problema al cambiar entre funciones.
Eso sí, la pantalla de la cámara trasera tiene muy baja resolución y ayuda poco a la hora de maniobrar. No es casualidad. Desde la propia Dacia ya lanzaron el mensaje de que esta y el resto de ayudas ADAS a la conducción que deben montar por obligación de la Unión Europea está, exactamente, por que son una obligación.
En movimiento, el control de crucero adaptativo peca en ocasiones de frenar aplicando demasiada fuerza. Al contrario, la aceleración es más suave y no presenta esos problemas. El mantenimiento en el carril funciona, en líneas generales, bien. Si le buscas las cosquillas sí puede tener algún problema (una curva a una velocidad relativamente alta en una carretera secundaria) pero no es donde se presupone que se va a utilizar esta función.
Llegamos, ahora, a lo mejor del coche. Dinámicamente me parece que está ligeramente por debajo de un Dacia Duster y que el exceso de tamaño y peso le penaliza un poco a la hora de mantener una trazada. La dirección se siente un poco blanda y creo que le iría mejor ser un poco más directa. Problemas que son más evidentes en carreteras secundarias pero que no tienen ninguna influencia en autopista o autovía.
Eso sí, su comportamiento general es mejor que otras propuestas chinas como el Jaecoo 7 o su versión española, el Ebro S700. En estos dos casos los coches se sienten más blandos, desde las suspensiones a la dirección, pasando por un tacto de freno que también es peor en estos casos.
El Dacia Bigster se nota un coche mucho más asentado, de mayor calidad de rodadura. Unas percepciones redundantes con su motor híbrido de 155 CV.
Aquí, sucede algo parecido. La impresión es que este bloque híbrido funciona un poco mejor en el Dacia Duster que gana en aceleración por su tamaño más contenido. El Bigster parece un poco más lento en una primera arrancada pero ya lanzado fluye a buena velocidad. Siempre manteniendo, eso sí, un colchón de potencia en el bolsillo que te facilitaría salir con solvencia de cualquier situación. La caja de cambios, además, es agradable y poco intrusiva.
El propulsor es más refinado que el de los modelos chinos. Acelera antes, con más ímpetu y es menos ruidoso. Pero, además, ofrece un extra de ahorro enorme. El coche homologa un consumo WLTP de 4,6-4,7 litros/100 km pero en nuestro recorrido, donde se han priorizado carreteras secundarias rodando a la velocidad del tráfico o dentro de los límites legales nos hemos quedado en consumos de entre 4,8 y 5,1 l/100 km.
Es esta, sin ninguna duda, su mejor baza. Ahora mismo, una familia europea que quiera un coche con un buen tamaño y busque un automóvil entre 25.000 y 30.000 euros, tiene dos caminos que tomar. Darle una oportunidad al coche chino es asegurarse de que está optando por un vehículo con una percepción de calidad interior más alta y que, sin duda, es más vistoso.
La otra opción es decidirse por un coche como este Dacia Bigster. El espacio en las plazas traseras es muy amplio y su maletero (hasta 702 litros desde su suelo hasta el techo) también concede mucha tranquilidad a quienes necesitan cargar con mucho equipaje, transportan objetos de gran tamaño como una bicicleta o, sencillamente, se plantean dormir en el interior del coche. Una opción esta última, la de apuntar al mercado del senderista o aventurero, en la que últimamente Dacia está haciendo mucho hincapié.
Pero, sobre todo, puede asegurarse que tiene un coche cómodo para el día a día que le puede entregar consumos realmente bajos. Al final, ahorrarse entre un litro y medio o dos litros por cada 100 kilómetros puede ser mucho dinero al cabo del año. Concretamente, quien realice 15.000 kilómetros al año se está ahorrando entre 220 y 300 litros de combustible al año. Con la gasolina a 1,60 euros/litro, hablamos de un buen ahorro de entre 350 y 480 euros al año que pueden ser claves a la hora de decantar la balanza.
En resumidas cuentas, Dacia ofrece con el Bigster un coche menos vistoso en su interior (por fuera, la imagen es poderosa) pero con una calidad de rodadura y un ahorro en el consumo de combustible notablemente mejor que la de sus rivales chinos.
Fotos | Xataka
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