Javier Lacort
Javier Lacort
Hangzhou, una ciudad de 12 millones de habitantes 180 km al sur de Shanghai, alberga una cantidad llamativa de tecnológicas potentes:
Siete tecnológicas de referencia (los seis ‘pequeños dragones’ más la gigante Alibaba) en una ciudad que no tiene ninguno de los elementos considerados esenciales en Silicon Valley:
¿Cómo ha podido entonces Hangzhou emerger así?
Los hechos. El capital riesgo está desplomado en China. Los fondos en yuanes han caído de 88.420 millones de dólares en 2022 a 5.380 millones en 2024. Los fondos en dólares, de 17.320 millones a 750 millones.
Hangzhou no ha sido un gran receptor de inversión hasta el año pasado, cuando su provincia –Zheijang– despuntó con 41 nuevos fondos de capital riesgo empresarial. Pero fue solo después de que Unitree o Game Science hubiesen ganado atención nacional.
Qué falta. Hangzhou tiene una sola universidad de élite —la de Zhejiang— frente a las 26 de Pekín, las 11 de Jiangsu o las 10 de Shanghái. La tasa de admisión en las universidades Tsinghua y Pekín para estudiantes de la capital (0,85%) multiplica casi por diez la de estudiantes de Zhejiang (0,09%).
Ninguno de los fundadores de “los seis pequeños dragones” o Alibaba creó su empresa directamente desde la universidad. Liang Wenfeng fundó High-Flyer, el hedge fund tras DeepSeek, ocho años después de graduarse. Jack Ma fue rechazado en 30 empleos tras terminar sus estudios.
Sí, pero. La ciudad ha innovado prescindiendo de esos ingredientes. La explicación que ofrece Zilan Qian, investigadora del Oxford China Policy Lab, apunta en ChinaTalk a la “gobernanza flexible”: un modelo donde los funcionarios adoptan mentalidad de “camareros” y “niñeras” que facilitan en lugar de controlar.
El contexto. Hangzhou no tiene la importancia política, financiera ni industrial de ciudades de primer nivel, lo que le ha concedido mayor autonomía local para dar forma a su sector tecnológico.
En 2015, Ma explicó su decisión: “Pekín favorece a las empresas estatales, Shanghái prefiere a las compañías extranjeras y Alibaba no era nada ante sus ojos. Si regresamos a Hangzhou, nos convertimos en el hijo único local que recibe toda la atención y el apoyo”.
Hangzhou forma parte del a veces llamado “triángulo tecnológico chino” (a veces también “triángulo dorado“) junto a Shanghái y Shenzhen. Más que una realidad geométrica, la metáfora funcional describe la complementariedad de tres ciudades:
Cada vértice del triángulo tiene fortalezas distintas que, combinadas, generan un ecosistema donde la proximidad geográfica facilita colaboración y flujo de talento entre los tres polos.
Entre líneas. El modelo se describe como “orientado al mercado”, pero mantiene un nivel de gobernanza centralizada.
Si Hangzhou fuera más estratégica o más industrial, DeepSeek quizá no habría tenido el espacio creativo para emerger y provocar el terremoto que provocó en enero.
La narrativa de “industria hecha a sí misma” y “burocracia emprendedora” admite lecturas encontradas.
La “gobernanza flexible” puede ser tanto autonomía local real… como dirigismo disfrazado de pragmatismo. Al menos ya no es “una ciudad al sur de Shanghái” sino “la ciudad de Alibaba” o “la ciudad de DeepSeek”.
En Xataka | China nos está vendiendo un futuro lleno de robots humanoides. Tenemos (muchas) dudas
Imagen destacada | JinHui CHEN en Unsplash
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