Intel ha tropezado con un problema en Europa: el precio de la energía que está utilizando su fábrica de chips en Irlanda

Juan Carlos López
La puesta a punto de una fábrica de semiconductores avanzados equipada con máquinas de litografía de vanguardia cuesta hasta 30.000 millones de euros. Esto es, precisamente, lo que costará la planta que construirá Intel en Magdeburgo (Alemania) si finalmente el proyecto sale adelante. Y es que, como os contamos a principios del pasado mes de noviembre, esta compañía ha decidido retrasar el inicio de la construcción de esta fábrica hasta 2029 o 2030.
Inicialmente las obras iban a empezar durante la primera mitad de 2023, pero la negociación de las subvenciones obligó a retrasar esta fecha hasta el verano de 2024. No obstante, finalmente Intel y el Gobierno alemán pactaron fijar como fecha de inicio de la construcción mayo de 2025. Sea como sea los cuatro o cinco años de desfase planificados por esta compañía son una consecuencia de la delicada situación en la que se encuentra Intel.
El centro de la conversación en esta ocasión no lo ocupa la planta de Magdeburgo, aunque nos quedamos en Europa; lo acapara la fábrica que tiene Intel en Leixlip (Irlanda). Estas instalaciones comenzaron a producir circuitos integrados de vanguardia en el nodo Intel 4 en septiembre de 2023, y actualmente también están fabricando semiconductores en el nodo Intel 3. Esta planta está equipada con equipos de litografía de ultravioleta extremo (UVE) producidos por la compañía neerlandesa ASML, y tiene un rol fundamental en la infraestructura de Intel para dar servicio a sus clientes europeos.
Intel está pagando por la electricidad el doble en Irlanda que en EEUU o Israel
Como hemos visto en las primeras líneas de este artículo, el coste derivado de la puesta a punto de una planta de última hornada es muy alto, pero, además, Intel acaba de tropezar con un problema en su fábrica de Leixlip: el precio de la electricidad en Irlanda. Según esta compañía estadounidense este coste asciende a 15 céntimos de euro por kilovatio hora, una cifra que es aproximadamente el doble de alta que en EEUU o Israel, que son las sedes de algunas de sus plantas de producción de semiconductores más avanzadas.
Como podemos intuir, el precio de la electricidad que paga una fábrica de chips tiene un impacto directo en el coste final de los circuitos integrados que produce. Y, por tanto, también en su competitividad. Intel se ha apresurado a asegurar que el futuro de la planta de Leixlip está asegurado debido al importantísimo papel que interpreta en su infraestructura, pero en RTE sostienen que está negociando con el Gobierno irlandés para encontrar la forma de reducir el coste de la electricidad que está pagando actualmente. Presumiblemente es probable que finalmente el Estado asuma una parte del coste de la energía.
Imagen | Intel
Más información | RTE
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