Los algoritmos modernos deciden por nosotros qué ver. YouTube es el último reducto donde el algoritmo no elige por ti

Título: Los algoritmos modernos deciden por nosotros qué ver. YouTube es el último reducto donde el algoritmo no elige por ti

Javier Lacort
En un entorno digital en constante evolución, donde los algoritmos desempeñan un papel cada vez más preponderante, se prevé que para el año 2025 la forma en que consumimos contenido en Internet experimentará transformaciones significativas. La capacidad de estos sistemas para anticipar y comprender nuestras preferencias ha superado, en diversas ocasiones, nuestra habilidad para tomar decisiones informadas. La reciente llegada de chatbots con memoria ha intensificado esta tendencia, mejorando la capacidad de estos sistemas para analizar nuestras elecciones.

En este contexto, YouTube se presenta como una notable excepción. A diferencia de otras plataformas como TikTok, Instagram o X, que nos trasladan de un tema a otro mediante algoritmos diseñados para maximizar la interacción, la plataforma de videos de Google parece, de manera casi anacrónica, respetar la autonomía de sus usuarios.

YouTube se ha consolidado como el último bastión donde nuestras búsquedas tienen un impacto tangible, superando las reacciones inmediatas que pueden surgir en otros servicios. La clave de esta distinción radica en su arquitectura algorítmica, que, lejos de ser meramente altruista, se sustenta en un modelo de negocio orientado a prolongar las sesiones en temas específicos, donde los anuncios segmentados resultan más rentables. Sin embargo, este enfoque parece beneficiar más a los usuarios en comparación con otras plataformas.

Para ejemplificar lo que distingue a YouTube, basta con utilizar la plataforma. Al buscar videos sobre el Valencia, el algoritmo presenta una amplia variedad de contenido relacionado, que abarca desde entrevistas posteriores a los partidos hasta tertulias, recopilaciones de los mejores goles de la temporada y recuerdos de un pasado más glorioso.

El sistema no redirige abruptamente hacia temas de política polarizante ni arrastra a los usuarios hacia contenido incendiario destinado a provocar indignación. YouTube respeta el ecosistema temático que elijo, potenciando mis búsquedas sin intentar manipular mi experiencia.

Esta percepción de control se ve reforzada por la experiencia del usuario, evocando épocas de un Internet donde navegábamos con un propósito, en lugar de ser guiados sin rumbo.

Es fundamental señalar que YouTube es propiedad de Google, uno de los arquitectos clave del actual Internet algorítmico. A pesar de no estar exenta de problemas, como el aumento del clickbait y sus intentos con YouTube Shorts, esta plataforma mantiene un equilibrio diferente.

De este modo, surge una pregunta pertinente: si este modelo más equilibrado funciona para la plataforma de video más grande del mundo, ¿por qué el resto de la industria se inclina hacia sistemas que prácticamente anulan nuestra autonomía?

YouTube también enfrenta serios problemas. Sus rabbit holes pueden conducir a caminos que fomentan la radicalización, tal como se ha evidenciado en estudios sobre su algoritmo y el acceso a videos cada vez más extremistas.

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