Los arqueólogos se preguntaban cómo de reales eran las peleas entre gladiadores y leones. Un hueso ha zanjado el asunto

Título: Los arqueólogos se preguntaban cómo de reales eran las peleas entre gladiadores y leones. Un hueso ha zanjado el asunto

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Carlos Prego
Carlos Prego
El legado de la historia puede ser forjado por diversas acciones: la creación de una obra literaria, la composición de una sinfonía, la influencia política, el descubrimiento científico o incluso por errores memorables. Sin embargo, en la antigua Britania romana, un joven de no más de 35 años se ha convertido en una figura destacada por un motivo inusual: una mordedura. Para ser más precisos, la dentellada de un león en su pelvis. Aunque pueda parecer un motivo extraño para ser recordado, este hallazgo ofrece una valiosa perspectiva sobre los espectáculos romanos.

El individuo en cuestión, probablemente un gladiador, presenta una herida que representa “la primera evidencia física” de los combates entre humanos y animales en la arena romana. Hasta ahora, los historiadores contaban con referencias a través de mosaicos, cerámicas o documentos escritos, pero carecían de pruebas concretas.

En un lugar de Britania… La investigación que ha llevado a este descubrimiento fue liderada por un equipo de expertos de la Universidad de Maynooth y el King’s College London, centrada en un cementerio romano de 1.800 años de antigüedad ubicado en Driffield Terrace, en las afueras de York. En este sitio, cerca del antiguo Eboracum, se encontró en 2004 un yacimiento con numerosos enterramientos.

Entre las peculiaridades de estos hallazgos, se observó que en el 70% de los casos los cadáveres habían sido decapitados, una práctica que se considera tanto un ritual funerario post mortem como un método de ejecución. Además, la mayoría de los enterrados eran hombres corpulentos de entre 18 y 45 años, con orígenes diversos y marcas de traumatismos, lo que sugiere su participación en combates frecuentes.

Un hueso muy especial. De todos los restos, uno sobresalió: una pelvis perteneciente a un hombre de entre 26 y 35 años, enterrado junto a otros dos individuos y cubierto de huesos de caballo. Esta pelvis presentaba una marca profunda y afilada, que los arqueólogos asociaron rápidamente con la mordedura de un animal.

¿Qué animal? ¿Y cuándo le mordió? Para identificar el origen de la dentellada, los arqueólogos contactaron con zoos británicos y solicitaron muestras de huesos de caballo mordidos por guepardos, tigres, leopardos y leones para comparar las marcas. Al concluir el análisis, se sorprendieron al descubrir que la punción en la pelvis coincidía con la de un león. Quedaba por resolver la cuestión de cómo un león pudo morder a un luchador y en qué circunstancias se encontraron en la arena.

El profesor de Antropología de la Universidad de Maynooth, Tim Thompson, señala que esta herida es inusual, ya que los grandes felinos suelen atacar a sus presas en el cuello o la cabeza. “La pelvis resulta inusual. Se puede sobrevivir a esa herida. No es mortal. Creemos que el individuo había sido incapacitado y que estas marcas son pruebas de que el animal arrastró el cuerpo”, explica Thompson.

¿Y si se trata de un venatore? Aunque los gladiadores son figuras emblemáticas de la historia romana, no todos los luchadores se enfrentaban a otros hombres. Había aurigas, acróbatas y venatores (o bestiarii), quienes luchaban contra animales salvajes en la arena. Los venationes, espectáculos que enfrentaban a personas contra animales, se llevaron a cabo desde el periodo republicano hasta la Antigüedad tardía.

Los venatores cazaban y competían ante el público con tigres, leopardos, osos, elefantes, jabalíes, ciervos y le

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