Realme busca que el móvil sea la mejor cámara de calle. Y se ha unido a la marca de cámaras de calle por excelencia

Alejandro Alcolea
Alejandro Alcolea

Shenzhen y Pekín tienen dos cosas en común: son inabarcables y ambas han sido el escenario perfecto para dos presentaciones de móviles que tienen la fotografía en el punto de mira. El Vivo X300 Pro pegó primero, apostando por un zoom larguísimo para captar hasta el último detalle de la azotea más alta. El Realme GT8 Pro llegó después con un argumento contrario: “sácame a la calle y ponte a disparar fotos”.
El nuevo gama alta de Realme es un secreto a voces desde hace semanas y ya lo he tenido entre manos durante unos días. Pero con una condición: no puedo hablar del móvil, sólo de su cámara principal. ¿El motivo? No han presentado el móvil, sino un acuerdo con una llamativa marca de cámaras: RICOH. Y a continuación te cuento mis primeras impresiones de la cámara del Realme GT8 Pro.
Quizá sean las primeras impresiones más extrañas que he hecho nunca porque… no puedo hablarte del móvil. De hecho, cualquier detalle es extremadamente genérico: pantalla que ocupa todo el frontal, una imitación de la Isla Dinámica del iPhone que Realme lleva un tiempo implementando en sus modelos y un diseño con laterales planos.
Había una norma: no podéis quitarle la funda, no podéis quitar la pegatina que cubre el módulo de cámaras. Por no poder, no te puedo decir ni qué hardware lleva porque las características en ‘Ajustes’ están falseadas. Lo que sí puedo decirte es que tiene un telefoto periscópico, un gran angular y una cámara principal.

Y me voy a meter ya con ella porque es la joya de la corona (más allá de una potencia y batería que, si siguen la estela del Realme GT7 Pro, estará codeándose con los mejores móviles de 2025).
“La colaboración con RICOH para crear el Realme GT8 Pro va más allá de una unión de marcas”. También de especificaciones: RICOH ha supervisado todos los aspectos del hardware y software de la cámara. En la presentación del acuerdo (porque el móvil, oficialmente, aún no se ha presentado), la compañía china dejó claro que el punto diferenciador del nuevo terminal es la cámara principal.
Tiene un gran angular, tiene un telefoto, seguramente montará lo último de Qualcomm, pero el protagonista es el resultado de una colaboración muy estrecha entre la marca china y la japonesa. ¿Megapíxeles? Para qué quieres saber eso (no es oficial). ¿Focal? 23 mm. ¿Apertura? 1.8. ¿Importa eso? Ni lo más mínimo. Me explico.
Entrar a la app de cámara del Realme GT8 Pro es como hacerlo en cualquier app de cámara de un móvil: un carrusel de opciones que resultan apabullantes en algunos casos y un procesado que se siente excesivo en algunos aspectos. Sin embargo, el secreto está si deslizamos el dedo hacia abajo en el botón del obturador: así accedemos de forma muy, muy rápida al modo RICOH GR.

Por dar algo de contexto, RICOH es una compañía que fabrica cámaras muy compactas, ideal para la fotografía callejera o ‘street photography’. Se han especializado en cámaras de enfoque rápido, disparos silenciosos y modos ‘stealth’ para pasar desapercibidos en la jungla urbana. También por focales fijas de 28 mm o 40 mm, según el modelo.
Entrar a ese modo GR activa directamente el 28 mm, pero no es una focal real: es un pequeño recorte del sensor para pasar del 23 mm nativo a esa focal tipo RICOH. No es la única: también tenemos un 40 mm (que sería un recorte 1,8x del sensor) y si tocamos sobre los iconos del 28 mm y 40 mm, se añaden otras dos distancias más. Es decir, en la práctica la cámara principal es:
Imagino que, al menos el 50 mm o 2x, también estará disponible en la app de cámara normal, pero no estaba disponible en mi unidad de prueba.
El uso es muy intuitivo y hay otras cositas que cambian, mucho, en este modo GR. Para empezar, los colores. Tenemos varios filtros variaciones tonales típicos de RICOH. Como en su día con los tonos de Apple, no se trata de filtros. De hecho, desde Realme comentaron que “la gente está harta de los filtros que hacen que todas las fotos se vean iguales”. Lo que han hecho es trabajar con RICOH para que apliquen su ciencia de color al procesado de la foto.
Así, hay tonos que varían ligeramente apostando por una tonalidad más azulada en elementos como las sombras, pero además el procesado no realza las sombras hasta el extremo ni aplica un HDR agresivo (en el modo normal, sí). Y tenemos cinco perfiles de color predeterminados que están basados en las características técnicas que RICOH ha marcado.
Dentro de cada “receta de color”, podemos crear las propias, modificando parámetros como el tono, el contraste, la exposición o el nivel de negros para crear un perfil único que se adapte a lo que nos gusta. Y se quedan guardados, algo que me ha encantado.
Aparte de los perfiles de color y las focales, el modo GR permite guardar en los habituales JPG, JPG+RAW y RAW, pero algo más: modificar el punto de enfoque para dejarlo fijo.

Tenemos varias opciones aquí y, básicamente, se trata de hacer que el móvil sea aún más rápido en su función de point & shoot. Un ejemplo práctico: si estoy disparando a todo lo que se me pone por delante, sean primeros planos o panorámicas, puedo dejar el enfoque en auto para que el móvil decida. Pero no es lo óptimo si sé que todo van a ser planos más lejanos o a media distancia.
Para ello, puedo configurar el enfoque fijo hasta el infinito si quiero capturar edificios, por ejemplo, o a 2,5 o 5 metros si lo que estoy haciendo es street photography más pura. ¿La ventaja? Que si estoy por la calle y quiero hacer una foto rápida a algo que llama mi atención, el móvil no hace el autofoco a las caras que él considere, sino que, simplemente, dispara.

El primer día ‘tiré’ en automático y me perdí muchas fotos porque algunas salían borrosas o el elemento que realmente me interesaba no salía bien, pero el segundo día fui por la calle con el móvil configurado con el enfoque a 2,5 metros y estoy muy contento con los resultados. También noté que se calentaba menos, lógico al no tener que estar procesando el autofoco.
Y, hablando de ‘procesado’, hablemos de estos perfiles de color de RICOH. En el viaje coincidí con Iker Morán, de Photolari, y estuvimos charlando sobre este asunto porque RICOH, precisamente, no es una compañía que se caracterice por un color concreto. 
Es decir, están los colores Canon, que son vivos, y la famosa ciencia de color de Fuji. Zeiss tiene sus lentes y de Hasseblad se pueden replicar sus modos panorámicos, pero RICOH… es foto de calle.
Pues bien, aunque en el evento hablaron del ‘Azul RICOH’ como distintivo y no me queda muy claro que sea algo tan diferenciador, tengo que decir que me gusta el “rollo” que los diferentes perfiles dan a las imágenes. Tanto de día, con esos tonos más verdosos, como de noche, con unas sombras muy atractivas.

De noche, la apertura 1.8 permite que el modo noche no salte con facilidad y me gusta el ‘look’ de las fotos, pero tengo que decir que no controla del todo bien las luces en algunos momentos.

Pero, de entre todos los modos, el blanco y negro más duro (hay dos, uno más suave y otro más agresivo), es el que más me ha gustado. De hecho, el primer día iba cambiando entre modos, pero el segundo dejé el blanco y negro y ese enfoque a 2,5 metros. Y no podría haber tomado mejor decisión.
Además, considero que es lo que busca la compañía porque, limitando las opciones del móvil, lo he convertido en una cámara de calle con todas las letras.

Es un modo complejo porque debe haber contraste en la imagen o no funcionará, pero añade un grano digital muy estético y todos sabemos que una foto regulera te la arregla el blanco y negro.

Al ampliar puede haber algunos artefactos que no deberían estar (de hecho, ocurre más en las fotos a color que en las de blanco y negro), pero al móvil le faltan unas semanas de horno y pueden cambiar las cosas. Es algo que ya veremos en el análisis, pero la sensación general es que no he echado de menos una cámara ‘dedicada’ porque al final, para guardar recuerdos, un móvil con una sola cámara y “capado” en un único modo de disparo y color me ha satisfecho completamente.
Claro, me habría encantado poder hacer fotos con el telefoto, ya que Pekín es un escenario de película para ello y cada dos pasos lamentaba no tener disponible la opción (y esto es literal, ya que la app de cámara estaba bloqueada para que sólo pudiéramos hacer fotos con la cámara principal). Pero bueno, entiendo que eso queda relegado a las pruebas que hagamos de cara al análisis del Realme GT8 Pro, como el resto de test habituales.
Ahora bien, aviso: los modos son irreversibles. Si en el iPhone se puede disparar con una tonalidad y luego aplicar otra radicalmente distinta sin empeorar la calidad de la imagen y los colores, en el Realme GT8 Pro la filosofía es distinta: moriremos en la playa del perfil de color que escojamos.

Pero tengo que decir que me llevo un buen sabor de boca y que, de todas las formas que hay de plasmar una colaboración con una marca fotográfica, la de Realme me parece la mejor. Tienes esa sensación de deslizar el dedo en la app de cámara y convertir el móvil… en una cámara compacta. 
No es una pegatina en el módulo de cámara, no son cuatro filtros ni un disparador con un color especial: es llevar la filosofía de una cámara como al RICOH GR IV a la experiencia fotográfica móvil.

Y… ¿por pedir? Que Realme hubiese ido con todo, lanzando un órdago y mandando a paseo el 23 mm en el objetivo principal para pasar directamente a un 28 mm nativo. Aunque esa es una concesión que se antoja imposible en un mundo que quiere grandes angulares.
De momento, esto es lo único que tenemos del Realme GT8 Pro. No hay datos del móvil y, para eso, tendremos que esperar unos días.
Imágenes | Xataka
En Xataka | Los móviles con mejores cámaras que hemos analizado en los últimos meses
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