Samsung lleva años moldeando poco a poco a su gama súper alta. Y el resultado es el triunfo del S25 Ultra otro año más

Pepu Ricca
Pepu Ricca
El veredicto del jurado de los Premios Xataka NordVPN 2025 ha sido claro. En un año donde la competencia ha sido feroz en el segmento premium, con Apple renovando su apuesta con los iPhone 17 y marcas chinas como Vivo u Oppo empujando los límites de la fotografía, ha habido un tradicional ganador: el Samsung Galaxy S25 Ultra se ha alzado con el oro en la categoría más codiciada.
A primera vista, puede parecer una decisión conservadora. Y es que el Galaxy S25 Ultra no es un móvil disruptivo; no da un salto enorme en rendimiento ni fotografía. Sin embargo, su victoria responde a una realidad que comprobamos durante nuestro análisis: un equilibrio perfecto.
No es una victoria fruto de la casualidad ni de un acierto puntual, sino la culminación de una estrategia que la firma coreana inició hace un lustro. Mientras otros fabricantes daban bandazos bucando el efecto wow cada doce meses (e incluso menos), Samsung decidió que su apellido ‘Ultra’ ya tenía la identidad definida: el cliente de la gama súper alta no busca experimentos —cargas más rápidas, sensores con mejores números, baterías de más capacidad— sino certezas.
El Galaxy S25 Ultra no ha reinventado la rueda, sino que la ha hecho rodar mejor que nadie: estas son las razones técnicas y de experiencia que lo convierten en el rey de 2025. Algo con lo que no puedo estar más de acuerdo.
Si has usado un Galaxy S24 Ultra, conoces el dolor. Esas esquinas rectangulares que se clavaban en la palma de la mano eran el precio a pagar por tener la pantalla más grande y espectacular. Con el Galaxy S25 Ultra, Samsung ha limado esa aspereza. No es solo que las esquinas se hayan suavizado: es que el móvil ha adelgazado unos gramos.
Puede parecer una cifra menor en el papel, pero en la mano, la diferencia entre uno y otro es muy sensible. Mantener la pantalla de 6,9 pulgadas y la batería de 5.000 mAh reduciendo el peso (y un poco el grosor) es la clase de cambios que justifica el premio. Eso sí, quizá del adiós a esas esquinas haya perdido una de sus señas de identidad a simple vista: ahora se parece al resto de sus hermanos menores.
Eso no quita que sea en este punto en el que se aprecia la madurez del concepto: Samsung tardó años en corregir el rumbo desde aquellas pantallas curvas, bonitas, pero no del todo cómodas. El S25 Ultra es el reconocimiento de que la usabilidad debe estar por encima de una estética bonita, incluso en el segmento premium. Y si eso implica sacrificar la identidad visual de los extintos ‘Note’ en favor de la ergonomía, pues también.
Por otro lado, el tratamiento antirreflejos de su predecesor ya me pareció un game changer. Este año, se mantiene, y también se mejora su pantalla con una gestión del brillo más madura. Son de esos pequeños detalles que importan: no necesito 6.000 nits si tengo un panel que elimina los reflejos y me ofrece unos negros muy puros a plena luz del día. Este panel no busca ganar en la ficha técnica, sino en al experiencia.
Y hay un detalle técnico que a menudo pasamos por alto pero que marca la diferencia en el día a día: la fatiga visual. Aunque Samsung sigue siendo conservadora con el PWM Dimming (492 Hz frente a los 2.000+ Hz de la competencia china), la calibración del panel y la gestión del brillo automático en One UI han alcanzado un punto exquisito.
No olvidemos que seguimos teniendo una resolución Quad HD+ real, algo que muchos rivales han sacrificado bajando a 1.5K para ahorrar batería o aumentar la tasa de refresco. Samsung no ha hecho ese sacrificio, y se agradece.
Era sencillo para Samsung otorgar un rendimiento de gama alta: el Snapdragon 8 Gen 3 ha dado paso a un Snapdragon 8 Elite que juega en otra liga. Si bien en los test de estrés sintéticos el móvil puede sufrir un throttling considerable, en el uso real —editando vídeo o jugando a títulos exigentes como ‘Genshin Impact’— esa caída de rendimiento teórico es imperceptible. Samsung ha priorizado la estabilidad del sistema sobre los números brutos de los benchmarks: confirmo que es la decisión correcta para un dispositivo de productividad.
Mi mayor temor era que la potencia del nuevo chip se comiera la batería, la realidad ha sido contraria. Llegar al final del día con la mitad de la batería es posible: Samsung ha demostrado que la optimización permite mejorar la autonomía.
Ahora bien, no está de más decir que para seguir conquistando nuestro premio de gama súper alta, la surcoreana deberá sumarse a la nueva tendencia en baterías: las de silicio-carbono. Este año no ha sido, pero el próximo 2026 obliga a Samsung a dar el salto que otros fabricantes están experimentando. Y vaya si llega a ser reseñable: los móviles con baterías de 7.000 mAh y más están inundando el mercado Android.
En el terreno fotográfico, es donde más se nota la filosofía de refinamiento. ¿Se echa de menos un cambio radical en el hardware de cámara? A veces, aunque si valoras más la consistencia, no tanto.
El Galaxy S25 Ultra solucionó el talón de Aquiles de su predecesor: el ultra gran angular. Al subir la resolución hasta los 50 MP con un nuevo sensor, por fin esta cámara no desentona con el resto.
Además, la grabación en LOG y la eliminación de ruido por IA son herramientas bastante útiles para creadores de contenido. Un aspecto en el que se acerca al alto nivel del iPhone en grabación de vídeo.
No, no es la cámara más emocionante del año, pero es de las pocas que no deja tirado: sea cual sea la foto que quiera hacer, ofrece unos resultados muy consistentes. Samsung le tiene pillado el punto a su fotografía.
Finalmente, parte del premio también es por el software Android: atrás quedaron los tiempos de Touchwiz así como de las primeras versiones de One UI que no alcanzaron la experiencia de usuario prometida. One UI 7 ha convertido la IA de una curiosidad a una suite de herramientas completa; y en One UI 8 ya disponible, esto se perfecciona.
Pude probar en el extranjero las bondades de Galaxy AI en el S24 Ultra, y vaya que son útiles algunas como la traducción en tiempo real. En el nuevo, todo esto se mantiene: funciones como el asistente de dibujo o la transcripción de llamadas se sienten integradas y aportan un valor real en el día a día.
A esto se le suma la consistencia visual de sus apps nativas, que a menudo superan en diseño y claridad a las propias de Google. Todo ello, sin separarse demasiado de las líneas de diseño que definen el software programado para Android.
Samsung ha conseguido que One UI sea un motivo de compra en sí mismo, para mí la mejor capa de Android en la actualidad. Y sobre todo, la que mejor ha entendido qué buscan los usuarios del sistema operativo de Google.
El sistema se siente pulido, sólido y mimado. Con el soporte de 7 años de actualizaciones garantizadas y añadidos como el S-Pen (sin rival en productividad), el Galaxy S25 Ultra ofrece una simbiosis excelente entre hardware premium y software maduro. Sin olvidar a Samsung DeX, que otorga la capacidad de conectar el teléfono a un monitor y tener un PC de escritorio funcional en el bolsillo.
En definitiva, este S25 Ultra es la pieza final de un puzle que Samsung lleva años armando. Han logrado crear un estándar de gama súper alta en Android tan sólido que su mayor virtud es la ausencia de sorpresas. Y eso no es algo que se consigue de la noche a la mañana. Es un acierto estratégico entender que en este segmento, lo atractivo es que nada falle: hoy por hoy, no tienen rival en este punto.
Por estos motivos, mi voto en la categoría de smartphone de gama súper alta ha ido para el buque insignia de Samsung. Pienso que ningún otro fabricante ha logrado igualar esta fórmula, aunque otorgue una experiencia de mayor nivel en apartados concretos como la fotografía o la batería.
Si el año pasado el Galaxy S24 Ultra conquistó nuestro corazón, en 2025, no ha habido demasiados cambios: es el rey de la gama súper alta por derechos propios.
Imágenes | Xataka
En Xataka | Los mejores móviles (2025), los hemos probado y aquí están sus análisis
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