Si la pregunta es si la IA nos está volviendo tontos, la respuesta es mucho más compleja de lo que parece

Título: Si la pregunta es si la IA nos está volviendo tontos, la respuesta es mucho más compleja de lo que parece

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Amparo Babiloni
Amparo Babiloni
Un reciente estudio ha reavivado un viejo temor: el de la tecnología que merma nuestras capacidades cognitivas. Este fenómeno ha sido evidente con la llegada de la escritura, las calculadoras, la televisión y Internet. Con la irrupción de los grandes modelos de lenguaje, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el epicentro del debate, pero ¿realmente nos hace más tontos?
Un estudio del MIT. Recientemente, se viralizó un estudio realizado por investigadores del MIT que analiza el “coste cognitivo de usar ChatGPT en el contexto educacional de escribir un ensayo”. Esta investigación, que se llevó a cabo durante cuatro meses y contó con la participación de 54 individuos, consistió en que los participantes escribieran un ensayo mensual mientras eran monitorizados mediante electroencefalografía. Los participantes se dividieron en tres grupos: uno utilizó ChatGPT, otro empleó la búsqueda de Google y el tercero no utilizó ninguna herramienta. Los resultados mostraron que el grupo que utilizó ChatGPT presentó la menor actividad cerebral y mostró una tendencia a volverse más perezoso con cada ensayo redactado.
Tiene lógica. Si empleamos una herramienta para llevar a cabo una tarea, es natural que dejemos de realizarla manualmente. Por ejemplo, gracias a las calculadoras, ya no es necesario realizar operaciones complejas a mano. Con un GPS, llegamos a nuestros destinos sin tener que memorizar las rutas, y con un buscador como Google, ya no necesitamos recordar todos los ríos de España. La IA ha llevado a que algunos programadores ya no sepan programar. Surge así la pregunta: ¿esta dependencia implica una disminución real de nuestra inteligencia?
Un miedo histórico. Este temor no es nuevo; a lo largo de la historia hemos temido que nuevas tecnologías nos hagan menos inteligentes. En el año 370 a.C., Sócrates ya cuestionaba si la escritura debilitaba nuestra capacidad de memorizar (irónicamente, lo hizo en un libro). Con la llegada de las calculadoras de bolsillo, surgió el temor de que olvidáramos realizar operaciones matemáticas manualmente. Este temor se ha cumplido, ya que actualmente muy pocas personas realizan divisiones a mano, pero esto no implica que tengamos un rendimiento peor en matemáticas. De hecho, un meta-análisis concluyó que las calculadoras no perjudican el rendimiento y, de hecho, mejoran la actitud hacia las matemáticas.
La tecnología y el cerebro. Durante años, se ha investigado sobre los efectos de las nuevas tecnologías en nuestro cerebro, y la televisión ha estado en el centro de estas investigaciones. En este estudio, se observó que al ver películas, nuestro cerebro entraba en un modo de “baja demanda” similar al del sueño profundo. Otro estudio concluyó que un alto consumo de televisión se asocia con un menor volumen de materia gris. Investigaciones similares han demostrado efectos negativos de

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