Laura Sacristán
Desde hoy, Telefónica ya puede presumir de ser una compañía centenaria. “100 años conectando las vidas de las personas”, como dice su spot publicitario, 100 años en los que han jugado un papel crucial en la historia de las telecomunicaciones.
Pero, ¿qué pasará a partir de ahora? ¿Cómo afrontará la compañía los próximos 100 años? Ya lo dijo, José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, durante la presentación del plan GPS: “Ya no somos sólo una compañía de telecomunicaciones. Ahora somos un supercomputador”.
Atrás quedaron la telefonía fija, los móviles y la conexión a internet. Ahora estamos sumidos en el mayor cambio tecnológico de nuestra historia. Y Telefónica no quiere quedarse atrás, aunque sea de la mano de nuevos accionistas y dejando por el camino tecnologías como el ADSL y como el 3G.
Tal día como hoy, hace 100 años, se fundó la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE por sus siglas) con un capital inicial de un millón de pesetas. Esos primeros años arrancaron de la mano la operadora norteamericana ITT con el apoyo de inversores españoles y el Marqués de Urquijo como primer presidente.
En esa década de los 20, se construyó la histórica sede de Gran Vía, se empezaron a desplegar redes por tierra y mar, llegaron los primeros cables submarinos, las primeras llamadas transoceánicas… Había que modernizar España porque España llegaba medio siglo tarde al teléfono.
La Guerra Civil paralizó prácticamente los despliegues y la demanda, pero en los años 30 se lanzaron los precursores de los SMS, los telefonemas, y tuvo lugar la expansión internacional del servicio de voz. Fue en los 40, cuando las comunicaciones empezaron a popularizarse y las numeraciones pasaron a tener seis cifras.
Por aquel entonces, el Estado poseía ya el 80% de la CTNE. En 1953, casi treinta años después de su creación, la compañía alcanzó el primer millón de clientes. En la década de los 60, con la red automatizándose poco a poco, los hogares se llenaron de teléfonos Heraldo y las calles se plagaron de cabinas.
También se popularizaron las acciones gracias a las campañas publicitarias de las “Matildes” y “la Telefónica”, y la estación de Buitrago de Lozoya se convirtió en una pieza clave en la llegada a la Luna del Apolo 11. Los años 70 nos trajeron, entre otras cosas, y el servicio de Teléfono Automático en Vehículos (TAV).
En los 80, vendrían las primeras centrales digitales, los primeros cables de fibra óptica, los teléfonos Góndola y la automatización completa. Ya en los 90, Telefónica dio el salto a Latinoamérica mientras asistíamos a dos grandes revoluciones tecnológicas de nuestro tiempo: el móvil (2G) e internet. En 1997, la compañía culminó su privatización.
Entre el 2000 y el 2010, mientras hacía adquisiciones en Reino Unido y Alemania, entre otros, Telefónica extendió el ADSL por toda España, lanzó el 3G y se adentró en los contenidos audiovisuales con Imagenio, algo que explotó definitivamente con Fusión y la compra de DTS (Canal+). Fue el germen de Movistar Plus+.
En la década siguiente, la fibra óptica se impuso al ADSL, llegó el 4G y, con él, la explosión de los teléfonos inteligentes. Durante los últimos años, hemos visto cómo Telefónica ha ido desplegando 5G y se ha embarcado en nuevos negocios como las alarmas, la energía solar o los seguros. Ahora dispone de tres grandes marcas, Movistar, O2 y Vivo, y tiene el foco puesto en cinco mercados: España, Alemania, Reino Unido, Brasil e Hispam.
Llegamos así a 2024 y a una época donde los operadores tienen que buscar nuevas vías de ingresos para contrarrestar un sector cada vez más deficitario. Esas fórmulas pasan en gran medida por rentabilizar las redes en las que tanto han invertido. El conocido modelo de red como servicio (Network as a Service, NaaS).
Para ello, Telefónica, junto a otras operadoras, ha puesto en marcha el proyecto Open Gateway, que se apoya en las interfaces abiertas que permiten acceder y programar las capacidades de las nuevas redes para los servicios más avanzados. En colaboración con Orange, Vodafone y Deutsche Telekom, también ha lanzado Utiq, un nuevo servicio de publicidad digital.
A día de hoy, la teleco cuenta con 388 millones de clientes en todo el mundo y actualmente obtiene el 76% de sus ingresos de la conectividad de última generación y de productos digitales. Un papel importante ahí es el que desempeñan los negocios empresariales especialistas de cloud, IoT, Big Data o ciberseguridad, que se ofrecen bajo la marca Telefónica Tech.
En España, concretamente, la compañía sigue impulsando su asistente virtual por voz Aura, la expansión de fibra rural bajo Bluevía y diferentes actividades con start-ups y emprendedores a través de Wayra. Eso sin olvidarnos del apagado de las redes 2G y 3G, y del adiós definitivo al ADSL tras desmantelar más de 126.000 toneladas de cobre y cerrar más de 4.000 centrales.
A largo plazo, Telefónica tiene el objetivo de lograr la estabilidad accionarial, agitada últimamente con la entrada de la SEPI y del grupo saudí STC; a medio plazo, se ha comprometido a alcanzar las cero emisiones netas en 2040. Todo ello mientras se multiplican exponencialmente los datos generados y compartidos poniendo a prueba la capacidad de las redes actuales.
Tecnologías como la web3, la computación, la Inteligencia Artificial, la nube, el metaverso, los tokens digitales y el blockchain ya son una realidad. Y demandan una nueva conectividad con más velocidad, menor latencia y mayor capacidad de almacenamiento, procesamiento, personalización y eficiencia energética.
Ahí es donde Telefónica debe dar la talla con nuevas generaciones de fibra que proporcionen velocidades hasta 50 Gbps, WiFi 7 (y lo que venga) y un 5G que dé paso al 5G-Advanced primero y al 6G después. Tendemos a un futuro en el que las redes serán abiertas, inteligentes, autónomas y programables, y donde Telefónica no tendrá que conectar personas, tendrá que conectarlo todo.
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